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martes, 3 de junio de 2008

Nunca había dormido tanto en mi vida.
(Exceptuando aquella primer fiebre fuerte de 7mo grado
que me produjo varios centimetros de altura y alucinaciones suficientes,
a pocos días de las vacaciones de invierno,
anulándome por completo las ganas de pasearme en cueros)

Me había levantado en 4 o 5 ocasiones diferentes
y había procedido al pie de la letra todos los pasos que indicaban a mi familia
el esperado levantamiento.
(vestirse, baño, lavarse la cara, lavarse los dientes,
peinarse, salir del baño, mirar hacia la cocina...)

Pero para su decepción y un poco también para la mía misma,
estaba solo amagando a despertarme,
para volver a tirarme en la cama inmediatamente después de la primer inhalación de desgano.


Que capacidad la mía de fingir olvidarme de todo!
Que manera alevosa de cagarse en el transcurso del tiempo!
Nunca había dormido tanto en mi vida!

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